La primera Ciencia ficción en el cine (1896-1902)

Aunque habitualmente se suele considerar que la primera película de Ciencia ficción es Viaje a la luna (Méliès, 1902), una obra maestra en cualquier caso, esto no es exactamente así. Existen un puñado de obras previas que —aunque no muy conocidas— pueden ser insertas dentro del género. Vamos a exponerlas en este artículo (incluyendo su visionado si se da la posibilidad), así como contextualizarlas dentro del marco general del cine de ese momento, que es el del nacimiento de una nueva forma de arte.

Ferdinand Zecca saludando desde su, podriamos decir, velocicóptero. A la conquête de l’air (1901). Imagen vía WikiCommons.

Se trata de películas que desde luego pueden llamar la atención al espectador actual, acostumbrado a otro tipo de formas visuales narrativas. El primer cine era de poca duración, mudo (aunque con matices, pues frecuentemente se realizaban efectos sonoros en las proyecciones y se creaban partituras para músicos acompañantes), así como vinculado o bien al documental naturalista (una perspectiva científica muy defendida por los Lumière) o a otras formas de arte, como el teatro (al que estaban muy unidos Méliès o el así mismo pionero Ferdinand Zecca). Por esto hay que entender que las obras de Ciencia ficción presentes en aquellos momentos tienen a su alrededor un aroma fantástico y mágico que puede hacer levantar una ceja a los más puristas. ¿Pertenecen al género de anticipación, entendido este tras la aparición de Frankenstein como lo no ocurrido pero posible, ciencia mediante, en algún momento del futuro? En mi opinión sí, pese a los guiños —por el momento artístico en el que se produjeron— a la narración fantástica. Esto se ve precisamente en Viaje a la luna. Evidentemente nuestro querido satélite no tiene ojos sobre los que impactar, pero la tecnología humana ha logrado alcanzarlo mediante la labor de científicos como los protagonistas de la película, aunque no haya sido mediante un cañón (que no deja de ser un ingenio técnico, como los cohetes). Pero hablaremos en otra ocasión de ella, que lo merece. Pasemos ahora a comentar estas otras obras pioneras.

Cartel en el que se anunciaba la posiblemente primera película ficcionada de la historia, “El jardinero”, exhibida en el pase comercial de los Lumière de diciembre de 1895. Imagen CC por moah.org vía Wikicommons. Infra: Es posible que “Le jardinier”, posteriormente conocida como “L’Arroseur Arrosé” (“El regador regado”) estuviera basada una tira cómica anterior (de Hermann Vogel, en 1887) , de modo que el film no documental primigénio estaría íntimamente ligado a otra forma de arte: el cómic. Domino Público.

CHARCUTERIE MECHANIQUE (Louis Lumière, 1896?)

Aunque en ocasiones se puede ver esta obra como fechada en 1895, parece poco posible y tal vez sea prudente datarla en el año posterior. No está en el famoso listado de diez películas que se exhibieron el 28 de diciembre de 1895 en el Grand Café de París y que se sitúa como nacimiento del cine. De hecho en el catálogo Lumière, que ya puede consultarse por Internet, aparece como de 1896. Es preciso recordar en este sentido la dificultad de la cronología, pues muchísimo cine de la época se ha perdido (en la I Guerra Mundial se destruyeron numerosas cintas para obtener plata y celuloide), había continuas reactualizaciones (remakes) de las mismas —a veces con el mismo título, lo que ha dado pie a múltiples confusiones— e incluso los archivos no son siempre fiables.

Auguste y Louis Lumière viendo R.O.T.O.R. magna obra posible gracias a su invento. Dominio Público vía Wikicommons.

Nos encontramos aquí una cinta que para algunos investigadores es la primera dentro de la Ciencia ficción. En realidad se trata de lo que se consideraba un guion humorístico estándar: un pequeño chiste visual, tropo habitual del momento hasta el punto que la película de ficción primigeniamente considerada como tal, Le Jardinier —que sí estaba en la proyección del 95 — respondía a los mismos parámetros. En el caso de Charcuterie Mecanique nos vamos a encontrar con una máquina inexistente en aquel momento (a la que hace referencia el título), que como en el caso de la tecnología de viaje a la luna, sí verá la luz tiempo después. En el metraje se puede ver como unos carniceros introducen un cerdo en el aparato y —por suerte de manera fingida — sacan por otro lado las piezas del animal de una manera preparada para la venta, al estilo de una carnicería. Por algún motivo es una idea que generaba comicidad en aquellos años, hasta el punto que es una historia repetida varias veces incluyendo otras especies, como perros o gatos (un caso es Dog Factory de Porter, en 1904). Es posible (aunque tal vez poco probable) que se oculte aquí cierta crítica a la industrialización desmedida y que desde luego en el ámbito de la alimentación ha tenido efectos perniciosos reales, derivados por ejemplo del uso de las llamadas granjas “intensivas”, en muchas ocasiones simples fábricas de sacrificio de ética dudosa y altamente contaminantes. Desde esta perspectiva, voluntaria o involuntariamente Charcuterie Mecanique se inscribiría en una de las tradiciones más importantes de la Ciencia ficción: alertarnos de problemas derivados de un uso erróneo o desmedido de la tecnología.

GUGUSSE ET L’AUTOMATE (Méliès,1897)

Obra desgraciadamente perdida, pero documentada, del gran George Méliès. Hay que tener en cuenta, a lo añadido anteriormente acerca de los problemas de conservación de películas tan antiguas, que el director francés quemó gran parte de sus registros en un arrebato de comprensible furia ante un ámbito cinematográfico que se estaba convirtiendo en una industria depredadora con los propios creadores. Esto en parte por las malas prácticas de magnates como Edison, uno de los mayores piratas intelectuales de la historia del cine. Es curioso en este sentido como el peso de la denuncia sobre la violación del derecho intelectual suele recaer sobre el espectador final, cuando basta estudiar superficialmente la historia fílmica para observar que las mayores usurpadoras de las obras culturales ajenas han sido las grandes empresas. Otra lección de este arte desde sus comienzos.

Cartel del teatro Robert-Houdin que pasó, de ser propiedad del famoso ilusionista del mismo nombre, a ser regentado por George Méliès, quien proyectó allí bastantes de sus películas. No esta claro si hace referencia al film “La mansión del diablo” (“Le manoir du diable”, pues aquí aparece como “Les spectres et le manoir du diable”), a un espectáculo de ilusionismo con nombre similar, o a ambas cosas. Sea como fuere “Le manoir du diable” se considera la primera película de terror (infra) y es otro hito técnico para la época. Imagen y película en Domino Público:

Lo que sabemos de Gugusse et l’automate es que ya nos encontramos con la presencia de un robot (autómata totalmente mecánico) muchos años antes incluso del surgimiento oficial del término que, como es ampliamente conocido, se dio en la obra teatral R.U.R. del checo Čapek en 1920 (1). De nuevo vamos a tener un gag cómico, en el que un payaso (el gugusse) se va a sorprender por los movimientos de la criatura artificial. Pese a no poder —al menos de momento— ver directamente la obra, podemos sumar un nuevo hito a la trayectoria de Méliès, una de las figuras más relevantes del arte contemporáneo, pese a lo cual sufrió años de olvido y de penurias económicas, teniendo que dedicarse a vender dulces en un pequeño establecimiento de París. Poco es todo lo que desde aquí podemos decir para ensalzar su figura más allá de la magnífica Viaje a la luna. Fue un hombre que pagaba bien a sus empleados, que constantemente buscaba la innovación técnica y artística (como en la maravillosa L’homme à la tête de caoutchouc en las que se las ingenió para crear efectos especiales de una cabeza —la suya propia— que crecía) y que es la prueba de algo que hemos comentado varias veces en Podcaliptus: en el cine mudo ya está todo el cine, incluyendo el de terror, pues suya es la considerada primera película de estas características (Le manoir du diable, de 1896) o el político, nada más y nada menos que con L’affaire Dreyfus (1899), cinta en la que se posicionaba del lado del inocente capitán y que incluso generó disturbios en algunos pases.

Portada de la primera edición de R.U.R. Otro de los puntos de inflexión del género (Dominio Público en Wikipedia)

À LA CONQUÊTE DE L’AIR (Zecca, 1901)

Con Ferdinand Zecca nos aparece, al igual que con Méliès, una persona profundamente vinculada al teatro (su padre poseyó el parisino Théâtre de l’Ambigu y varios de sus hermanos eran actores) algo que se deja percibir en sus obras, buscando el sentido de la maravilla visual y de los efectos especiales en la tradición ilusionista. En esta película nos presenta un ingenio volador “pilotado” por el propio director un par de años antes que el vuelo real de los Wright y que —mediante doble exposición— da la sensación de estar sobrevolando el barrio de Belleville en la capital francesa. Otra vez en tono humorístico, con Zecca rompiendo en este caso la cuarta pared al saludar a los espectadores con su sombrero, que acabará perdiendo.

Foto del primer vuelo con motor, con Orville Wright a los mandos. En tierra su hermano Wilbur (diciembre de 1903). Infra: “Histoire d’un crime”, obra de Zecca y pionera en el género thriller. Imagen y obra en Dominio Público.

La producción corrió a cargo de Charles Pathè, quien fue cocreador de la empresa bautizada con su apellido y que sigue —tras diversas vicisitudes— existiendo (2). La estética de la aeronave presente en la cinta, de metal con remaches y que asemeja a un sumergible, recuerda al diseño habitual para presentar al Nautilus de 20.000 leguas de viaje submarino y es un pionero modelo visual de lo que muchos años después será otro subgénero de la Ciencia ficción: el Steampunk. Por lo demás Zecca posiblemente aportó al cine el primer thriller conocido, con Histoire d’un crime (1901), importante obra al desarrollar más el lenguaje cinematográfico con la narración de eventos pasados o flashbacks, elemento nuclear para los guiones audiovisuales hasta el punto de ser una de las claves de productos que, al margen de opiniones personales, revolucionaron el mundo televisivo al trascender las historias procedimentales (autoconclusivas) como la adelantada Twin Peaks o la muy comentada en su momento Lost.

CONCLUSIONES

—La Ciencia ficción es un ámbito narrativo que está presente desde el mismo comienzo del cine, tan solo unos meses después del surgimiento de esta forma de arte.

—Considerando que Viaje a la luna, pese a sus elementos fantásticos (ambiente onírico que recuerda a otras obras del mismo director, como El sueño del astrónomo de 1898, humanización estética de la luna) pertenece a las historias del género de anticipación, las obras señaladas previas también lo hacen, con elementos que serán nucleares muchos años después: la tecnificación abusiva de todos los ámbitos de la vida cotidiana, algo presente en Charcuterie Mecanique y clave en el Ciberpunk; la presencia de los robots con Gugusse et l’automaton, antes incluso del propio término que se acabó asentando; así como una estética visual rompedora, cristalizada posteriormente en el Steampunk, mediante À la conquête de l’air, la cual anunciaba además la inminente llegada de una ciencia que iba a cambiar para siempre el mundo humano: la aviación.

Por tanto, por características formales y de contenido, uno de los géneros más denostados tradicionalmente por la crítica (algo que por suerte está cambiando) es uno de los elementos fundacionales del arte conocido como cine. De nuevo ¡viva la Ciencia ficción!

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(1) En idiomas eslavos la palabra suele estar relacionada con “trabajo”. En el caso del checo, con trabajo “forzoso”.

(2) Como el caso de otra empresa seminal en el ámbito cinematográfico: Gaumont. En ella por cierto comenzó su andadura profesional la influyente directora Alice Guy Blanché, cuya labor ha sido reconocida como clave por cineastas como Hitchcock o Eisenstein, entre otros.


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—Catálogo Lumière:

https://catalogue-lumiere.com/

—Artículo de Manuel Rodríguez sobre Steampunk en Podcaliptus:

https://podcaliptus.com/2021/06/23/una-breve-introduccion-al-cine-steampunk/

—Artículos de Víctor Deckard sobre la trilogía de El Gólem (precursora del subgénero de robots) y sobre los propios robots, en Podcaliptus:

https://podcaliptus.com/2021/10/22/el-golem-en-el-cine-y-lo-mucho-que-ensena-de-este/

https://podcaliptus.com/2021/03/04/los-robots-en-la-ficcion-dos-vias-hacia-la-reflexion-y-hacia-echarse-una-birra/

Autor del artículo

Víctor Deckard

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