En ocasiones la crítica literaria “elevada”, que debería tener como uno de sus objetivos el hacer amar los libros, trata a algunos de los autores que más han contribuido a ello de superficiales. Lo ha sufrido Stephen King, el cual descubre como nadie el terror del lado oscuro que habita en cada uno de nosotros, como también sucede con los textos de una de las grandes escritoras de todos los tiempos: Agatha Christie. Más allá de que el mero entretenimiento tiene un enorme valor en un mundo que ofrece más frustraciones de las que debiera, detrás de algunas páginas de la autora británica nos podemos encontrar un poso de análisis social que no tiene nada que envidiar a ningún literato. Sirva este artículo para agradecerle tanto lo uno como lo otro en un breve repaso a las características de su obra.
Christie (1890-1976), nacida Agatha Clarissa Miller, nos ha regalado una serie de personajes icónicos dentro del subgénero whodunit (¿quién lo hizo?). Un misterioso asesinato ha ocurrido y hay que encontrar al culpable. La popia ejecución puede parecer algo carente de toda lógica humana, como en El misterioso caso de Styles, donde el cadaver es encontrado en una habitación cerrada por dentro, pero las mentes privilegiadas de personajes ya inmortales como Miss Marple o el detective belga Hercules Poirot —entre otros— auxiliarán en estas narraciones a las despistadas autoridades. Siempre hay una explicación racional, como bien sabía otro de los grandes investigadores ficticios, Sherlock Holmes, quien por cierto “jugaba al juego por el juego mismo”, más que por consideraciones morales. Que si no desfacía entuertos se aburría, acabáramos.
Desde ciertas opiniones este marco general narrativo se ha establecido como pobre socialmente. Ya está el “listo” o la “lista”, se nos dice, sacando a la manzana podrida de un cesto por lo demás impoluto. Pero aproximarse a la obra de Christie, más allá precisamente de prejuicios superficiales, encontrará aquella afirmación injusta. Una de las reflexiones de la autora en la Autobiografía (1977) nos pondrá en la pista: “We never know the whole man, though sometimes, in quick flashes, we know the true man” (Nunca conocemos al hombre completo, aunque a vecés, en fugaces instantáneas, conocemos al hombre verdadero). De nuevo, como King, una cronista de nuestro reverso tenebroso. Hay que estar en guardia: la tentación de matar por dinero, rencor o cualquier otro motivo habita en cada uno de nosotros.
Pasemos del plano individual al colectivo. En las obras de Christie el asesinato no solo es por egoismo, sino que la imperfección social juega un papel crucial. Al respecto tengo dos grandes debilidades en referencia a la bibliografía de la escritora: Diez negritos (Ten Little Niggers, 1939) y Asesinato en el Orient Express (Murder on the Orient Express, 1934). En la primera una idea equivocada de la retribución convierte a un juez en justiciero sociópata, alertando de los peligros derivados del poder vengador; mientras que en la segunda se transita la idea de forma inversa, pero complementaria: millonarios y poderosos pueden escapar más facilmente de la ley que el ciudadano común, lo cual tiene derivadas peligrosas. Ambas historias ofrecen una enorme riqueza narrativa e invitan al lector a la reflexión propia. Tal vez nos hagamos preguntas incómodas con su lectura, algo simbolizado magistralmente por el hecho de que, en la segunda novela, una mente tan preclara como la de Poirot acabará sumergida en un mar de dudas.
No es casual que, aunque la extensa obra de Christie haya tenido numerosas adaptaciones audiovisuales, estos dos textos sean especialmente sugerentes al respecto. Diez negritos ha conocido versiones muy atractivas, como la de René Clair (1945), pero yo siempre recomiendo la soviética Дéсять негритя́т porque tuvimos que esperar a su estreno en 1987 para que una película se atreviera a respetar el final original de la novela. Esto tiene derivadas especialmente graciosas, porque el cine “capitalista” veía como demasiado rompedor al texto, pero el de la Unión Soviética encontró en él un ejemplo de historia que denunciaba la “decadencia occidental”… mientras la historiografía marxista tachaba a los autores de whodunit como conformistas e irrelevantes. Con semejante combo Christie ha sido capaz de denunciar la hipocresía habida a ambos lados del telón de acero. Magnifique, mon ami, podría decir al respecto Poirot. Hablando de este último, ¿cómo no rendirnos a una película como el Asesinato en el Orient Express de 1974? Dirigida por Sidney Lumet y protagonizada por Albert Finney, no deja de sobrecoger un reparto en el que nos encontramos a Lauren Bacall, Ingrid Bergman, Jacquelline Bissett, Sean Connery, Anthony Perkins, Vanessa Redgrave o Richard Widmark. Creánme que al escribir todos estos nombres se me eriza el cabello por la emoción. Una constelación de estrellas pocas veces vista… y enfrascadas en un crimen coral.
En fin, podría extenderme ad infinitum ensalzando a Agatha Christie, pero este solo quería ser un pequeño homenaje por habernos regalado tanto a muchos. Conforme vamos entrando en años cada vez nos importan menos las opiniones ajenas sobre los gustos propios. Pero textos como los de Christie o los de King, nos recuerdan la necesidad de un mundo mejor, en el que no sea tan fácil —e incluso podemos decir que no se fomente— el desatar al monstruo que habita en nosotros. La gran literatura social presente en el género noir de autores qué duda cabe que así mismo recomendabilísimos como Hammett, Chandler o Montalban, encuentra sus raices en gigantes entre los que se encuentra la autora británica. Y por tanto también temáticas tan herederas del género negro, como es la “costumbrista” —perdóneseme la expresión— literatura Ciberpunk. De hecho, si alguien levanta una ceja “pedantilla” porque se está leyendo cualquiera de las decenas de obras de Christie, lo único que estará demostrando será su propia ignorancia ante el verdadero valor de la literatura. Incluida la que “sólo” entretiene, indeed.
Es una alegría que la escritora esté encontrando espacio actualmente en los museos. Arriba, entrada a la exposición “El show de Agatha Christie” (2024) en el Centro de Historias de Zaragoza. Abajo, dos elementos de la muestra: instrumentos usados para crímenes en sus historias y juegos de mesa derivados de su obra, algunos muy recientes. El editor y a su vez narrador Domingo Santos, recomendaba a los pretendientes a escritor “vivir”. Christie, con sus innumerables viajes, experiencias (como la de enfermera en la IGM) e intereses, lo cumplió con creces.
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¿QUIERE SABER MÁS?
Repaso a las traducciones de Christie al castellano en el portal del “Diccionario Histórico de la Traducción en España”:
https://phte.upf.edu/dhte/ingles/christie-agatha
Podcast de “Hermanas y sabuesas” centrado en “Se ha escrito un crimen”:
https://www.ivoox.com/se-ha-grabado-podcast-se-ha-escrito-audios-mp3_rf_103850563_1.html
Hilo de Reddit sobre videojuegos con temática Whodunit (en inglés):
LIBRO RECOMENDADO POR PODCALIPTUS PORQUE MOLA ARMA DE CLÉRIGO, ES DECIR “MAZO”.
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