OPPENHEIMER

No sé si usted (estimada persona humana que lee este texto) es Nolanita, Nolaniana, (o cómo Hostias se les llame a los fans de Nolan) o Nolatense, (si ha nacido en alguna región que se llame igual que este ilustre director británico) pero seguro, que si es aficionada al cine, el tipo de Westminster no le dejará indiferente y estará posicionado a favor o en contra; suscitándole una curiosidad extrema cada estreno con el ansia de disfrutar de su cineasta favorito o, con unas ganas locas de ver su última obra y descubrir que esperpento ha perpetrado esta vez.

Con Oppenheimer, tras saber que era el nuevo proyecto de Nolan y que duraba tres horazas en las que (suponía) jugaría con el tiempo de narración incansablemente, me encontraba en el plano de la mayor pereza y desidia absoluta, no decidiendo ir al cine hasta el último día en el que fui. Para restar esfuerzo al visionado, y con miedo a no entender la película por las maneras de contar una historia que tiene el Christopher prescindí de verla en VOSE.

Pues bien, (sin descartar que no me haya enterado de cosas) la experiencia ha resultado más sencilla de lo que me esperaba, resultándome entretenida, agradable (siendo esto contradictorio en un biopic que trata sobre el inventor de la bomba atómica) y corta para durar lo que dura.

Sus reiteraciones narrativas desorientan para luego germinar en giros de guión, alguno de ellos relacionado con el Who done it (muy sui generis) en el que desemboca la parte previa al final de la película.

El guión me ha parecido muy trabajado, resolviendo lo más intelingible cuando toca, y con diálogos memorables.

El uso del blanco y negro es lo que más puede desorientar, ya que no es usado sólo (como suele hacerse habitualmente) para diferenciar momentos temporales y evitando usarlo para cuando se habla de flashbacks.

Las caras conocidas, dosificadas durante el metraje, hacen más llevadero el film, ofreciendo interpretaciones disfrutonas. Seguro que las más comentadas son las de: Cillian Murphy, en su primer protagonista en una peli de Nolan, Robert Downey JR, como secundario omnipresente y maravillosamente caracterizado; destacando por mi parte la labor (marcial) de Matt Damon, en un papel en el que se que es él aunque no reconozco sus gestos, y el escueto (e inquietante) papel de Casey Affleck. Tampoco quiero desdeñar el (enigmático) trabajo de Florence Pugh, y la interpretación (poderosa) de Emily Blunt, así como el de todo el reparto.

No voy a terminar esta reseña sin destacar que alguna escena me ha parecido absurda (la prímera de sexo, sí) y alguna otra absurda pero efectiva (la segunda escena de sexo, sí), las repeticiones reiterativas, (efectivas que sí) la música machacona (ya sabéis lo que corresponde en este parentésis) y el uso de las texturas en la imagen caprichoso pero EFECTIVO Y FUNCIONAL.

Así como tampoco quiero dejar de comentar la escena de LA PRUEBA, en la que en el cine me dediqué a observar a parte de la gente (por aquello de disfrutar lo bueno de ver una peli en un cine y por ser consciente de que Nolan ha conseguido un momento de atrapar al espectador) y ver sus caras, aunque no mucho porque no quería perdérmelo yo.

Por último, y por hacerme listo, destacar que como subtema que yace en el retrato de este hombre, decir que el tema del ego flota durante todo el film; tanto el ego de Oppenheimer, como el de Strauss (determinante en el film) como en el de muchos de los personajes de la cinta.

Del ego de Nolan por rodar como rueda y monta no hablaremos por que no sería justo, y hablar de mi ego por hacer esta crítica lo dejaremos para otra ocasión.

En fin, una peli notable, de las de cuatro sobre cinco, que no me ha tocado la fibra, pero que puede que repita para disfrutar (sobre todo) de sus diálogos y ver si me sube o me baja en el siguiente visionado.

¡¡¡UN ABRAZO!!!

Autor del artículo

Sr. Ros

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