Lugares desconocidos (y Patrimonio de la humanidad): La torre mudéjar de Monzalbarba (s. XVI)

Es curioso como algunos lugares de gran relevancia artística e histórica, hasta el punto de estar reflejados en la lista del Patrimonio de la humanidad de la UNESCO, sean practicamente desconocidos incluso para personas que viven muy cerca de ellos. Un ejemplo podría ser la torre de la Iglesia de San Miguel Arcángel en el zaragozano barrio rural de Monzalbarba, separado del centro de la ciudad por unos diez kilómetros que se pueden recorrer facilmente en bicicleta o incluso caminando. Seguramente tiene que ver un modelo turístico que prima, también desde las instituciones, el pagar dinero y la escasa sostenibilidad. En Aragón se podría mencionar —pensando en esto— en unas fiestas del Pilar poco pensadas para un ocio barato o gratis de calidad, así como en la machacona publicidad de unas pistas de esquí situadas en un Pirineo que cada vez está más desnudo de nieve.

La torre mudejar de Monzalbarba. Las cigüeñas blancas son también vecinos perennes del valle del Ebro, cuya extensión enriquecen con su vuelo, y símbolo de la propia Monzalbarba (Manzil Barbar, “asentamiento bereber”).

Por tanto, y con un espíritu a contracorriente, os invitamos a recorrer las sendas, a pedir al ámbito público su adecuación para que su disfrute no sea peligroso y a conocer más un entorno repleto de tesoros cuyo único problema radica en que significan poca caja para determinadas formas de negocio. Y de paso, aunque no menos importante, para aprender lecciones del pasado. En el caso del arte mudejar, su propio nombre derivado de la palabra Mudazzan (“persona a la que se ha permitido quedarse”) vamos a poder apreciar un estilo y forma arquitectónica única en el mundo, basada en una suma de influencias cristianas e islámicas (observen entre otras las formas de las torres como la de Monzalbarba, pues están emparentadas estilísticamente con los minaretes). Su relevancia, como señalan los criterios de selección de la UNESCO “por ser un ejemplo excepcional de un tipo de edificio (…) que ilustra un periodo significativo de la historia humana”, llevó al registo completo del arte mudejar aragonés en el año 2001.

Iglesia de Santa María de Tobed, uno de los mayores exponentes del mudéjar aragonés (Imagen Pompilos con licencia Creative Commons en Wikipedia)

Por otro lado, caminar nos pone en contacto con la historia humana no solo a través de su reflejo material, sino también por los significados geográficos. Dirigirse a Monzalbarba significa caminar por un paisaje muy concreto, la gran cuenca del Ebro con sus imponentes (y también desconocidos) escarpes que caen en vertical sobre el río en la zona norte: un área que pese a contar con el río más caudaloso de la Península Ibérica sufre de escasas precipitaciones, de modo que el ingenio humano desarrolló desde hace siglos la tecnología de las acequias, las cuales se siguen empleando con turnos comunitarios no muy diferentes a los de época antigua y que incluso llevaron a algún litigio (como el reflejado en el bronce de Botorrita entre Salduie —sita en el emplazamiento de la posterior Cesaraugusta— y Alaun (actual Alagón). Las autoridades romanas fallaron a favor de la primera localidad. Hoy el yacimiento de Botorrita está tristemente abandonado.

Bronce de Botorrita I. La importancia de los hallazgos ha sido también crucial para la filología, pues ha permitido un mayor conocimiento de la escritura íbera, de la cual algunas variantes no han sido aún traducidas, así como del idioma celtíbero. Dominio Público.

Observar el paisaje a pie de camino también nos permite entender mejor la mentalidad de las personas que vivieron antes de nosotros. Aún recuerdo como un profesor de Prehistoria nos contaba como se han cometido muchos errores en investigación arqueológica por culpa del presentismo. Un caso recurrente era el rechazar la relación entre yacimientos de habitación y de recursos por estar separados unas decenas de kilómetros. ¡Cómo se van a andar veinte kilómetros para recoger agua u otros bienes primarios todos los días! Pues se hacía, aunque cueste creerlo con la mentalidad de alguien que abre un grifo para llenar el vaso y coge el coche para ir a comprar tabaco. Además la observación de los ríos permite comprobar como eran las autopistas del pasado, no solo por la navegación, sino también por el hecho de que los valles permiten una comunicación más sencilla por tierra. Cerca de esta zona pasaba la calzada que habría tenido que recorrer el personaje protagonista de Gladiator, Máximo Décimo Meridio para alcanzar su hogar en Emerita Augusta (Mérida) desde Germania, pues la vía más rápida era la Via Viginti Quinque Hispanica que aprovechaba el cauce del río Jalón (del que sale la acequia de Monzalbarba) para alcanzar el del Henares y de ahí la actual Extremadura.

Pues nada, chino chano y me voy andando. Pasaré por Calatayud, esto… Bilbilis. Fair Use en Wikipedia.
La península en el 125 d.C. Por otro lado la vía Augusta aprovechaba la costa y se puede recorrer actualmente por el GR 92, salvo cuando te topas con alguna urbanización que te hace dar rodeos absurdos y hubiera cabreado mucho a Maximo de tener que ir por ahí. Dominio Público.

Por no hablar de lugares sagrados desde hace milenios, como el Moncayo o Monte Cayus (de “elevada cuesta”), aunque también conocido como Monte Cano por una nieve que antes nos saludaba todo el año y que ahora se pierde cada vez más temprana. Visible por el camino de Monzalbarba, a su alrededor el militar y político Sertorio desafió a la mismísima Roma, a la que le infligió severas derrotas en gran medida apoyándose en las poblaciones locales y estableciendo un senado rebelde en Osca (Huesca). Una figura llena de matices que en otros lugares ya habría sido protagonista de unas cuantas películas.

El Moncayo, que enamoró desde a Sertorio a Bécquer. Labordeta cantó: “Hacia el oeste el Moncayo, como un Dios que ya no ampara”. Dominio Público.

En fin, les invitamos (es gratis y hasta que puedan hacerlo fisicamente —si quieren— les hemos preparado un vídeo del lugar) a recorrer esta zona de unión entre culturas, de enfrentamientos por tanto, pero también de intercambios culturales que llevaron a que la torre de un barrio rural desconocido por desgracia sea, a la vez, Patrimonio de la humanidad. Y luego, como hago yo y si así lo desean se pueden tomar algo en uno de los bares del lugar: estarán más tranquilos y será mucho más barato que en los sitios que no paran de anunciarse.

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Las imágenes propias y el vídeo se acogen también a la misma licencia Creative Commons.


¿QUIERE SABER MÁS?

—Podcast sobre el Moncayo (y su reflejo cultural):

https://www.ivoox.com/podcaliptus-6-x-09-el-moncayo-su-audios-mp3_rf_48341566_1.html

—Entrada sobre los bronces de Botorrita:

https://www.celticahispana.com/bronces-de-botorrita/

—Conferencia “La higiene de Al-Andalus” por la Dra. Arqueóloga Ieva Reklaityte:


GALERÍA DE IMÁGENES

Más detalles de la torre. El arte mudéjar tiene una de sus bases en la profusión decorativa permitida por la maleabilidad de materiales como el yeso o el ladrillo.
El camino que nos puede llevar a Monzalbarba desde Zaragoza también forma parte del Camino de Santiago.
En esta zona hay acequias desde por lo menos época celtíbera, como demuestra el litigio de Botorrita, de modo que estamos ante una estrategia tecnológica milenaria que se sigue empleando.
Torre del agua, parte de la Exposición Internacional de Zaragoza inaugurada en el 2008. Ha sido un edificio, como las estructuras de los pabellones que se querían dedicar a apartamentos y oficinas pero que siguen si uso, infrautilizada. Sin embargo, algunos de los elementos más baratos, como la adecuación de senderos y riberas del Ebro han funcionado muy bien y no han parado de ser aprovechados.

Autor del artículo

Víctor Deckard

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