“Ninjas durante todo el descenso: el misterioso mundo de Godfrey Ho” (Craig Lines)

Este artículo es la traducción autorizada del artículo Ninjas All The Way Down: The Mysterious World of Godfrey Ho escrito por Craig Lines. Se puede visitar el texto original en la página web Den of Geek en el siguiente enlace: https://www.denofgeek.com/movies/ninjas-all-the-way-down-the-mysterious-world-of-godfrey-ho/

Traducción por Víctor Deckard.

Miramos a Godfrey Ho, creador de clásicos como “Ninja Terminator” y “Undefeatable”.

Hace muchos años cogí una cinta VHS de Ninja Terminator por la fuerza de su carátula; un ninja en traje de camuflaje dando una patada voladora a una puesta de sol sobre el perfil de una ciudad. Era bonita y la película cumplía con la promesa. A tope de ninjas multicolor y épicos paisajes de Hong Kong, Ninja Terminator presentaba una locura de artes marciales con tal aroma que, pese a la evidente falta de presupuesto o coherencia, me enamoré. Cuando descubrí que esto era parte de una serie incoherente de películas ninja por parte de un director llamado Godfrey Ho, me preparé para encontrar tantas como pudiera. Por aquel entonces no había mucha información por ahí que pudiera ayudarme, de modo que solo encontraba casualmente alguna de estas extrañas cintas aquí y allá. Únicamente mucho después me di cuenta de que estudiar a Ho es un poco como la teoría de la Tierra soportada por una tortuga gigante, apoyada en una torre de tortugas cada vez más grandes. En este misterio cosmológico se sugiere que la tortuga final no reposa sobre nada porque no hay tortuga final. Tan solo tortugas durante todo el descenso… y esto es un poco como con Godfrey Ho. Hay ninjas durante todo el descenso. Una persona  puede volverse loca ahí.

Para empezar solo necesitas echarle un vistazo a la ficha de Ho en IMDB para darte cuenta de que dirigió al menos 118 películas, casi todas en los ochenta. La mayoría tiene la palabra “ninja” en el título. También hay incontables películas en las que Ho estuvo involucrado con pseudónimo, no estando acreditado en muchas de ellas.

Para complicar más las cosas, la técnica cinematográfica de Ho era de alguna forma radical. No me di cuenta de esto cuando las comencé a ver por primera vez, pero Ho mezclaba el limitado metraje que rodaba (mayoritariamente tan solo tipos vestidos de ninja golpeándose los unos a los otros) con películas sin ninguna relación y de cuestionable origen. Doblaba una pista en inglés para la cinta mezclada de modo que pudiera crear un nuevo guion sobre los múltiples anteriores. Algún metraje idéntico fue reusado muchas veces en historias completamente diferentes. Los estrambóticos resultados de esos experimentos han encantado tanto como enfurecido a los aficionados del cine de culto durante décadas. Las formas en las que Ho trataba de amasar películas sin relación para formar una, eran sorprendentes y a menudo muy divertidas. Por ejemplo usaba metraje de época como trasfondo de la historia, o afirmaba que personajes sin relación eran la misma persona más joven o más mayor, de nuevo con flashbacks. Pegaba escenas que tenían fondos parecidos y así tenía personajes de dos películas que parecía que se “hablaban” a lo largo de la escena. A veces leían periódicos en los que se introducían cuidadosamente tomas de titulares que aludían a escenas de otras películas. Actores de una cinta pueden observar a personajes de otra en una pantalla de televisión con la excusa de ser “grabaciones de seguridad” o vídeos de chantaje. Si te paras a pensarlo es bastante inteligente y sin duda audaz.

Pasando por alto el problema obvio de que las películas no siempre tenían sentido, es difícil discutir que daban a los espectadores lo que estos querían. Sin vergüenza. Si una escena proveniente, digamos, de un drama familiar taiwanés, se ponía muy habladora, no hay problema. Ho empalmará con un ninja mágico que aparece de una nube de humo psicodélico.

A medida que su audiencia se volvía más exigente y las modas cambiaban, Ho mezcló robots, vampiros, zombis, serpientes gigantes y todo tipo de rarezas con ninjas. Aproximación valiente cuyos resultados, aunque indudablemente caóticos, resultaban emocionantes. No importa cuantas películas hayas visto, nunca adivinaras qué es lo próximo en una película de Ho. Su estilo tritura el manual. Incluso las bandas sonoras se robaban de grupos reconocibles o de partituras de otras películas. Menuda sorpresa es, por ejemplo, cuando en Ninja Terminator ¡comienza a sonar Pink Floyd justo antes de que se desencadene una pelea! Cuando se le preguntó en la web Narnarland.com (cuyos archivos sobre Ho no tienen igual) por qué mantenía los mismos ninjas en tantas películas, Ho simplemente respondió que “porque están en un tipo de misión tal, que esa misión puede estar en esta película o en otra”. No puedes discutir contra esa lógica, incluso aunque la naturaleza de la misión suele estar frecuentemente envuelta en misterio ninja. Un “plano confidencial”, un “alto secreto tecnológico” o algunos “documentos muy importantes” estarán a menudo en el centro de la misma, pero los contenidos de esos McGuffins vitales nunca son revelados.

Todas esas películas eran creadas por docenas y mayoritariamente por Ho en solitario en una sala de edición. La información sobre qué se rodó, cuando y por quien, escasea y es contradictoria. Dependiendo de a quien se le pregunta, los recuerdos sobre el elusivo Ho varían radicalmente. Algunos dicen que era de buena naturaleza y un profesional entusiasta, siempre amistoso y fiable en los pagos. Otros los pintan como un mentiroso incorregible, timador peligroso y conocido asociado de la Triada, alguien que podía matar animales en plató y reírse de eso.

El veterano actor de género Richard Harrison ha hablado sin pelos en la lengua de como él cree que Ho arruinó su carrera. Presuntamente firmó por un par de películas de ninjas y tuvo su metraje introducido en al menos veinte (todas las cuales lo acreditaban como el protagonista). Como una ironía final propia de sus historias, Ho se retiró de la realización de películas al final de los noventa y ahora enseña en la prestigiosa Academia de Cine de Hong Kong. Un trabajo bastante impresionante para un tipo cuyas películas a menudo son calificadas como algunas de las peores de todos los tiempos. Algo divertido pensándolo por primera vez, esto tiene algún tipo de significado extraño. Antes de que desmontara su artesanía en notables obras ninja sin presupuesto, Ho tuvo que aprenderla y hacerlo bien. Comenzó su carrera trabajando para los legendarios Shaw Brothers como asistente de dirección de Chang Che quien, en ese punto de mediados de los setenta estaba al alza con perennes clásicos del kung-fu como The Blood Brothers (“Hermanos de sangre”, 1973) y The Savage Five. ¡De hecho John Woo fue segundo ayudante de dirección en The Blood Brothers y Godfrey Ho el primero!

Es raro pensar en eso dado sus trayectorias posteriores, pero ambos autores aprendieron los fundamentos del rodaje, edición, doblaje y dirección bajo las intensas condiciones laborales del mayor y mejor estudio en Hong Kong.

Queriendo expandir horizontes, pero dándose cuenta de que nunca podría competir con gigantes como la Golden Harvest o los Shaws, cuyo éxito en el continente era enorme, Ho se dio cuenta de que no había sentido ni en intentarlo. En vez de eso, percibió un hueco para películas de Hong Kong en el mercado internacional. Muchos directores temían dar ese paso, pero Ho vio esto proféticamente como una forma de seguir adelante. Fogueándose en una corriente de películas de artes marciales con bajo presupuesto, moderadamente exitosas, Ho cogió carrerilla cuando se asoció con el productor Joseph Lai. Lai estaba introducido en el mercado internacional de películas y tenía muchos contactos en el circuito de festivales. Estableció una productora de vídeo llamada IFD con un antiguo compañero de escuela -el misterioso Tomas Tang (quien muchos creen que es el propio Godfrey Ho, a pesar de que no hay evidencia concreta en ningún sentido)- y compraron los derechos de una tonelada de películas koreanas, taiwanesas, tailandesas, japonesas y chinas, algunas de las cuales estaban incompletas, todas baratas y/o difíciles de sacar al mercado.

Cuando las pelis de la estadounidense Cannon “parten la pana”, la IFD alumbra su plan para cabalgar la ola. Ho entrelazó el metraje rodado a toda prisa de ninjas proveniente de películas incompletas que la IFD tenía rondando por su archivo. Lai llevaba el producto acabado a festivales y lo vendía con nombres poco finos, como Ninja Terminator, Ninja Thunderbolt, Ninja Destroyer, Ninja Dragon, Ninja In The Killing Fields (spoiler: en la película no hay campos -fields-) o Ultimate Ninja. Lo importante era que el metraje presentara a occidentales porque era lo que vendía en el exterior.

Más allá del reparto, Ho y Lai trataban de hacer lo posible para satisfacer los gustos occidentales. A todos sus personajes se les daban nombres comicamente ultra-anglicanizados como Harry, Gordon, Bruce o Alan. Imaginería de la cultura popular estadounidense era diseminada por el decorado de sus películas incluyendo, siendo el caso más famoso, a Richard Harris -como “maestro ninja Harry”- teniendo conversaciones de vida o muerte a través de un absurdo teléfono con forma de Garfield (aparentemente Ho había oído que Garfield era popular en Estados Unidos y supuso que aquello sería para un maestro ninja una cosa molona que tener). Tan locura como pudiera parecer, como poco podemos decir que el plan de IFD funcionó. Quizá si no creciste en los ochenta puede que no recuerdes cuan grande era el género de artes marciales, pero en el pico de IFD, Lai afirma haber vendido entre 30-40 películas en cada festival al que iba (cualquiera que trabaje en cine actualmente y que esté leyendo esto, que se tome por favor un momento para recoger su mandíbula del suelo).

La demanda por nuevas películas ninja creció tanto que Ho dejó incluso de contratar actores. Enviaba a un corredor hasta las Chungking Mansions (residencia de muchos alojamientos baratos y atractivos para estudiantes) y colocaba un anuncio diciendo que necesitaba rostros caucásicos para películas de ninjas (sin ser necesaria experiencia). Las escenas peligrosas serían todas hechas por especialistas asiáticos (los trajes ninja proporcionaban un medio excelente para ocultar los rostros) y todo el diálogo sería doblado, así que todo lo que tenía que hacer el “reparto” era estar ahí y poner caras.

Cuando se le preguntó (de nuevo por narnarland.com) como era el estilo como director de Godfrey Ho, el “pilar ninja” Stuart Smith replicó que su recuerdo más claro era como le decía, sin importar cuanto gritaba o abría los ojos, “no te veo actuar – ¡más actuación!”. El frenético estilo único de los estrafalarios “no actores” conforma una gran parte del atractivo de las películas. Todo el mundo se amplificaba “hasta el once” de modo que Ho pudiera “verles actuar”.

Desgraciadamente, a mediados de los ochenta, Lai tuvo una disputa con “Tomas Tang” y Tang formó su propia compañía, Filmark. Una aparente amarga rivalidad surgió entre los dos y supuestamente se prohibió a los actores trabajar para ambos al mismo tiempo. Sin embargo es una afirmación poco usual, ya que el grueso de la producción de IFD y Filmark siguió siendo dirigida por Godfrey Ho (si bien no siempre con el nombre, indudablemente con su estilo) y algunos de sus principales actores -como Stuart Smith, el ninja de Cornualles Mike Abbott, y el rey doblador de voz con risa diabólica Pierre Tremblay- eran estrellas felizmente en ambas compañías, dando pávulo a la teoría de la conspiración de que la ruptura fue solamente un modo para Ho y Lai de generar dos veces el producto.

Fuera quien fuera Tomas Tang, aparentemente murió en un incendio en los 90 llevándose Filmark con él pero, por aquel entonces el boom ninja se había acabado hacía tiempo. Godfrey Ho estableció una nueva productora -llamada de forma parecida Filmswell– y terminó con una ristra de exitosos thrillers con Cynthia Rothrock, incluyendo Undefeteable, cuya lucha final camp acabaría siendo una sensación en YouTube.

Con todo, a pesar de la desconcertante (y casi seguro turbia) historia entre ambas, IFD y Filmark dejaron un tremendo legado ninja. Como he dicho, primero me crucé con él en VHS en lo alto del boom ninja, pero me he encontrado a mucha gente bastante más joven que yo con una pasión similar a través del DVD. Las películas han sido perennes productos en tiendas de saldo por décadas (incluso ahora, puedes amasar una gran colección de Ho por veinte libras sin mucho esfuerzo) y la escena final de lucha de Undefeatable tiene más de once millones de visionados en YouTube.

Incluso ha habido varias temporadas de la encantadora paródica serie web llamada Ninja The Mission Force (que puedes encontrar en neonharbor.com). Por lo que sea, tanto si te ríes de ellas, con ellas, o te maravillas por su peculiar rareza (y hay que decirlo, por su ocasionalmente brillante coreografía de lucha), Godfrey Ho trasciende generaciones y su culto continua creciendo.

Realmente esto no es si esas películas son buenas o malas -están tan lejos de lo que constituye la habitual producción cinematográfica que esos juicios de valor parecen redundantes-. En el fondo pienso que, especialmente conforme el cine se va haciendo, podemos decir “más seguro” con los años, algunos de nosotros tenemos antojo de un poco de anarquía cinematográfica.

La eterna y de alguna forma imprecisa misión ninja de Godfrey Ho resalta esto con fuerza y nos hace cuestionarnos todo lo que creemos saber. Que héroes ninja de colores de golosina como Gordon, Harry, Bruce y Alan sigan buscando mucho tiempo planos confidenciales, documentos muy importantes y estatuas ninja doradas. Salve al Imperio Ninja y que un día vea restaurada su gloria natural. O al menos consiga un lanzamiento en un cofre Blu-ray.

Autor: Craig Lines (@cjlines ; www.cjlines.com; https://ninjasallthewaydown.wordpress.com/)

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Víctor Deckard

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