No hay dudas de que el director holandés Paul Verhoeven es uno de los creadores con más personalidad del cine contemporáneo. Su trayectoria está jalonada de hitos, algunos muy conocidos, como Los señores del acero (1985), Robocop (1987), Desafío Total (1990) o Instinto Básico (1992); otros menos como puede ser el caso de El cuarto hombre (1983) o El libro negro (2006), en mi opinión una de las mejores películas sobre la tan visitada artísticamente, en numerosas ocasiones de manera mediocre, II Guerra Mundial. Incluso obras que en su momento recibieron duras críticas como Showgirls (1995) o Starship Troopers (1997) han ido adquiriendo con los años cierto estatus de culto, al ir calando con el tiempo el mensaje, camuflado en sátira, que en sus tramas ofrecía el creador.
No obstante este artículo no versa sobre la producción general del director, brillantemente analizada en muchos lugares, sino en señalar una obra de él que no se suele tener en cuenta pero que supone una curiosidad, posiblemente atractiva para los cinéfilos en general pero así mismo desconocida para muchos de los admiradores de Verhoeven (ni siquiera aparece en su entrada de Wikipedia en inglés). Por otro lado se trata de una incursión en uno de los géneros, el terror, que tan solo ha abordado tangencialmente y, cuando lo ha hecho, ha sido de mano del thriller (en ese sentido en su etapa posthollywood cuenta con la aclamada Elle de 2016). Nos referimos a Last Scene (“Escena final”) un episodio —emitido por primera vez en 1986— de la tercera temporada de la serie televisiva The Hitchhiker (El Autoestopista 1983-1991, no confundir con uno de los cortos del holandes en los años 60, Los Autoestopistas), la cual llegó a verse en España aunque no ha sido tan recordada como otras de esos años. Se trata de un momento crucial para Verhoeven, pues se le encargó tras hacerse un nombre en Estados Unidos gracias a Los señores del acero y mientras estaba en contacto con Orion para realizar Robocop. Aquí vamos a contextualizar brevemente esta incursión del artista holandés y contaros como poder verla, de la mano de Archive.org, sin tener que recurrir a páginas “meh“.
En primer lugar podemos decir que no hay que despreciar per se el formato televisivo desde una perspectiva artística. Hay directores como John Carpenter que han rodado interesantes productos en él (Someone’s Watching Me! por ejemplo), ha logrado series que —antes del respeto que se le tiene ahora a algunas obras en formato doméstico— consiguieron la excelencia artística (en el caso de la Ciencia ficción Firefly, por señalar una no tan comentada por el gran público y cancelada antes de tiempo) e incluso hubo creadores de éxito que dieron el pistoletazo de salida de su carrera gracias a la atención lograda en un producto para televisión (nada más y nada menos que Spielberg en 1971 con su Duel–El diablo sobre ruedas con guion de Richard Matheson).
En “El Autoestopista” vamos a tener episodios autoconclusivos, pero con el nexo común del misterioso personaje al que hace referencia el título y que parece representar la figura del demiurgo que nos enfrenta con nuestras miserias como sociedad y nuestros oscuros secretillos como individuos. Este papel aleccionador arquetípico se pone de manifiesto con la última parte de los episodios, en los que aparece para hacer algunos comentarios a modo de moraleja. Vamos, un poco como el coro griego y He-Man, pero en plan guaperas. El personaje fue interpretado por Nicholas Campbell, quien ha sido un habitual de pelis de Cronemberg (otro que tal para ver escenas “particulares”), pero sobre todo por Charles Page (Robocop en la serie de imagen real Prime Directives).
The Hitchhiker respondió a una etapa muy interesante para la televisión y que influiría en posteriores productos meritorios, pues HBO tuvo la idea de realizar creaciones propias de en torno a media hora para insertar entre películas. Pero en vez de un simple relleno apostó por calidad en una trayectoria que le llevó a un posterior reconocimiento artístico, al buscar productos valiosos para un público adulto. En este ámbito surge “El Autoestopista” en colaboración con Canal + Francia —de modo que resultara más sencilla la distribución mundial— con el empuje inicial de los productores Lewis Chesler y Riff Markowitz, así como del guionista Richard Rothstein. Por cierto que algunas de las historias iniciales contaron con Jeph Loeb, figura muy reconocible en el mundo del cómic (Christopher Nolan ha comentado que El largo Halloween de Loeb fue una de las principales inspiraciones para su visión de Batman). Y hablando de tele de calidad, uno de los capítulos (el segundo de la segunda temporada) tiene historia de George R. R. Martin.
Imagen de “Remembering Melody”, capítulo de 1984 con historia de R.R. Martin. ¿Qué habrá tras la puerta? ¿Un Lannister? ¿Rocadragón? Hay que verlo para saberlo.
Tampoco conviene menospreciar la importancia del terror audiovisual como forma de expresión artística. En el caso de Escena final nos vamos a encontrar algún tropo habitual del género, como el uso de la máscara y —en relación con ella— el juego respecto a la autoría (y naturaleza, difícil decir más sin detripar, je, je, la trama) de la violencia presente. Por supuesto el género tiene todo tipo de productos, desde el que ofrece pura evasión (algo ya meritorio si se consigue) a la invitación a cierta reflexión o crítica social. Pero no conviene obviar que en general el género slasher (es decir, la sucesión de ataques a los personajes por uno o varios autores, habitualmente de manera sangrienta y frecuentemente de forma acotada en un marco temporal, así como espacial, limitado) ha sido considerado por amplios sectores como “entretenimiento tonto para adolescentes”. Más allá de que cualquier espectro poblacional, también el de la juventud, merece ser entretenido, la narración slasher ha ofrecido productos de profundidad narrativa que no tienen nada que envidiar a otras temáticas. Incluso antes de la inauguración “oficiosa” del género con Halloween, precisamente de Carpenter (1978) e incluso de la seminal Matanza de Texas de Tobe Hopper (1974). Así podemos citar la imprescindible Bahía de sangre (Reazione a catena) de Mario Bava en 1971 como ejemplo de obra primigenia con carga de crítica social en unas narraciones habitualmente consideradas superficiales. Black Christmas (1974) de Bob Clark también la podemos señalar aquí como una de esas películas iniciales poco comentadas en este tipo de cine, pero que no desmerece nada frente a otras mucho más famosas.
Desde luego tampoco quiero con este texto señalar que Última escena sea una obra maestra, ni siquiera una obra especialmente notable dentro de la carrera del director. Pero vamos a obtener con ella cierto mensaje interesante (en este caso denunciando malas prácticas en el mundo del espectáculo) guiños a autores admirados por Verhoeven (como Hitchcock y su señalamiento del voyeurismo latente en muchos seres humanos… incluido el director británico) e incluso el estudio de su propia manera de filmar (la escena que tal vez sea la más conseguida nos va a recordar a un famoso baile de Instinto básico, por ejemplo). Además sale Peter Coyete, lo que siempre está bien. En el guion participaron Richard Rothstein, uno de los creadores (después trabajó en Soldado Universal, uno de mis placeres culpables) y Robert Avrech, quien colaboró con De Palma en Doble Cuerpo y con Sidney Lumet en Una extraña entre nosotros. En cualquier caso, sirva el artículo para reconocer el papel del holandés para con el género audiovisual. En definitiva un artista, de modo que el encontrar de vez en cuando este tipo de tesoros escondidos supone una alegría. Esperemos que siga dándonos otras, de momento lleva una madurez artística más que notable.
En estos enlaces de archive.org están disponibles la segunda (el número dos es el de la historia de George R.R. Martin) y tercera temporada (el 11 el dirigido por Verhoeven) de The Hitchhiker. Si ven al autoestopista pongan en orden sus movidas, que todo sale a la luz.
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—La editorial Cátedra tuvo a (muy) bien publicar una colección dedicada a cineastas. Todos pueden ser recomendables, también el dedicado a Verhoeven: REVERT, J. Paul Verhoeven. 2016
—Artículo en el “Correo Vasco” sobre la trayectoria general de “El Autoestopista”, por Lorenzo Mejino:
—Ficha de doblaje de la serie:
https://www.eldoblaje.com/datos/FichaPelicula.asp?id=58859&Orden=O
2 comentarios
Reconozco que no distinguí el antimilitarismo de Starship Troopers hasta que leí una enciclopedia de ciencia ficción. La propaganda patriótica humana antibichos está basada en la antijudía de la Alemania nazi. Tengo que leer el original de Heinlein.
Claudine Auger fue la chica Bond en Operación Trueno (1965), no una de mis favoritas en cuanto a personalidad (a ver quién supera a Tracy, Triple X o la Vesper de Eva Green), pero físicamente divina.
Como siempre, muchas gracias por tus aportes. No conocía el dato de Auger en Operación Trueno 🙂