A mi amor Samantha.
Cada palabra esta escrita pensando en ti.
Que nuestra historia sirva a otros, que nuestro ejemplo ayude a los demás.
Querría agradecer la ayuda prestada a las personas que respondieron mi petición socorro; A Elena y Elba que confiaron sus secretos mas queridos. Al gran Chus un bolimaño que ofreció su colaboración más sincera. A Manuel el escritor que me sirvió de motivación. Por supuesto a mi hija Luna, contigo difícil, sin ti imposible. A Samantha que comparte mis sueños y los hace suyos.
INTRODUCCIÓN
La tecnología avanza, y eso ha cambiado muchos aspectos de nuestras vidas. Uno de los que más se ha visto afectado es nuestra forma de relacionarnos con otras personas. Hasta hace unos cuantos años no existía internet, ni había la facilidad para viajar que se tiene ahora. Antes, si conocías a alguien a 500 kilómetros de distancia, el correo postal y el teléfono eran casi la única manera de mantener viva esa relación. Ahora, las posibilidades son mayores. Ahora, es viable lo que antes no era posible. Aunque no te quepa duda de que no es nada fácil.
Ahora se conoce a más gente que vive a miles de kilómetros, disfrutas de horas de juegos, de debates o compartes pasiones con más personas lejos que en ninguna otra época. Tus padres o los padres de tus padres seguramente compartían lugar de residencia, o vivían en la misma ciudad o municipio antes de conocerse. Lo habitual era terminar emparejado con una persona que viviera cerca de ti. Pero eso era antes, porque ahora no es extraño que alguien de Australia termine conviviendo con una persona de Suiza. La tecnología te anima a que abras tu rango de actuación sentimental. Por eso, no te conformes con unos pocos kilómetros cuadrados: YA NO HAY LÍMITES.
Te preguntarás en base a que conocimientos un servidor puede ponerse a dar consejos sobre relaciones sentimentales. Como la mayoría de veces en esta vida, el saber nace de la propia experiencia. Hoy puedo decir con una gran sonrisa en la boca que soy muy feliz con mi pareja, que tenemos una hija preciosa, y que todo esto es gracias, en parte, a cosas que vienen en este libro.
Estas páginas nacen de experimentar la gran aventura de mi vida, unas vivencias que creo que pueden serte útiles si estás en el mismo momento en el que yo me encontré en su día. Puede parecer que las circunstancias que han moldeado ese momento de mi existencia no son iguales que las tuyas, pero te puedo asegurar que la esencia es la misma, el motor que te hará tomar decisiones que antes no hubieras tomado es el mismo que el mío.
Por ello, creo que lo que leerás en las siguientes páginas te servirá, aunque solo sea de acicate, para hacerte plantear cosas. En todo caso ten muy claro que no existen fórmulas mágicas, que eres el ingrediente principal de este guiso y que ya puedes seguir mil consejos, pero que realmente todo depende de ti.
No espero que este libro se convierta en el Santo Grial de los enamorados ni mucho menos, pero sí que es posible que se convierta en una pequeña herramienta que nos haga la vida un poco más fácil. Un instrumento útil para aquellos que necesitan una ayuda ante un problema, tan solo eso. Con las reflexiones que en estas palabras vas a encontrar, busco que entiendas que no debemos abordar la vida como hace 100 años, pues los tiempos son otros… ¡Ahora sí se puede!
Quiero dejar claro que el llamamiento a la esperanza que suponen las páginas de este libro, no implica para nada un alegato al llamado “Amor Platónico”. Vamos a dejar claro que no existen los príncipes azules, ni las princesas de cuentos, que por los capullos y capullas integrales no merece la pena hacer ni el más mínimo esfuerzo, ni un solo kilómetro. Nada puede frenar al amor, pero eso no significa que cualquier persona valga la pena.
Si te esfuerzas, puede que el romance que tienes con esa persona que vive a cientos de kilómetros salga bien, pero ella o él debe de ganarse tu esfuerzo. Por desgracia hoy día vemos cómo, sobre todo en parejas muy jóvenes, una de las partes es capaz de aguantar casi de todo por no perder a “su amor”. Se tiene una imagen idealizada de la pareja y cualquier cosa es perdonable. ¡Pues de eso nada! El amor vale la pena, pero ese tipo de amor NO. Si te esfuerzas, lo mínimo que tienes que pedir es respeto para tu persona. No te esfuerces por alguien que no lo merezca. Esto es muy importante, si no lo tienes claro es mejor que no continúes leyendo.
Cada persona es un mundo y cada situación un universo distinto, este libro no puede, ni es su objetivo, recoger todas las circunstancias, adversidades, peligros o escenarios distintos. En él no están las soluciones a todos los problemas. Ni las respuestas a todas las preguntas, es solo una serie de consejos, ideas que pueden servir de ayuda, y sobre todo un alegato a no rendirse sin por lo menos intentarlo.
Anímate. Si sientes algo que te resulta difícil de catalogar y, por supuesto, es correspondido por la otra persona, no os rindáis. Después de leer este libro entenderéis que las mayores dificultades serán, como en cualquier otra relación, las que nazcan en vosotros mismos. Que nada ni nadie cambie lo que vosotros o vosotras no queráis cambiar.
Y, sobre todo, disfruta leyendo.
CONSEJO 1:
EN LOS PRIMEROS DÍAS SÉ VALIENTE, PERO NO AGOBIES
¡FLECHAZO!
Da igual si lo has conocido por internet, en la playa durante unas tórridas vacaciones o tal vez en el Spring Electronic Sound Festival. No importa cómo, lo importante es que ha llegado el momento de tomar decisiones y, sobre todo, de actuar. A todos los “enamorados” les sucede lo mismo durante esos primeros días. No importa la edad que tengáis, lo maduro que pienses que eres, o tu historial sentimental. Enamorarse es igual de fantástico ahora o en la antigua Roma.
Has vuelto a tu hogar, pero aún estas en una nube, sientes la necesidad de agarrarte a esta ilusión, fue tan bonito que no queréis que acabe ya. En estos primeros días, las sensaciones son siempre las mismas, independientemente de cómo fue vuestro encuentro, da igual si fue online o presencial, los sentimientos no hacen diferencias. Ahora estáis con ganas de más, pero la comodidad de la rutina es peligrosa.
La llama de esta hoguera se irá haciendo cada vez más pequeña hasta desaparecer, así que ha llegado la hora de actuar. Piensa, sé inteligente y no te cruces de brazos. No te debes dejar llevar por la ansiedad. Tienes muchas ganas de coger el primer vuelo hacia su ciudad, pero eso no es una buena idea, de verdad. Puede parecer romántico aparecer en la puerta de su casa jurándole amor eterno con un ramo de flores en tus manos pero te aseguro que, si haces eso, muy posiblemente vuestra aventura terminará en ese momento.
Lo más importante en estos momentos es que controléis vuestros sentimientos. Un verdadero tira y afloja entre mantener la llama viva y no provocar agobio a la otra parte. Tienes que entender que lo que sientes es una mezcla de ansiedad, miedo, ilusión, y no sé cuántas cosas más. El resultado de ese coctel te gusta, te hace sentir vivo, es como una ducha de agua fresquita en pleno verano, pero en realidad tampoco es una sensación cómoda. Aunque la vuelta a tu rutina, al confort diario, te hace sentir seguro, en realidad estás inquieto. Sabes que la otra persona también ha vuelto a su espacio de confort y eso te produce dudas y cierto temor.
La palabra es maravillosa, el tono de voz se puede modular, hablando se puede ironizar, mostrar enfado o condescendencia. Oír y ser oído no puede compararse a leer un texto en una pantalla. Es otro mundo. El problema es que en este, nuestro presente, hablar, aunque sea a través de un teléfono con alguien, se ha convertido en un extraño y valiente acto. Resulta muy fácil esconderse detrás de una pantalla y sus textos, y dar el paso a marcar su número y esperar a que coja el teléfono es casi una heroicidad. Bueno, el que algo quiere, algo le cuesta.
La primera llamada es la que más cuesta, pero cuanto antes la hagas mejor y más fácil será. No dejes pasar mucho el tiempo. Haz una llamada para ver qué tal, para continuar esa conversación que dejasteis a medias, para recordar esos momentos graciosos, para preguntar por la vuelta al trabajo. Da igual de qué habléis, lo importante es que la otra parte sepa que a pesar de que has vuelto a tu rutina anterior, no lo olvidas, que sigue siendo alguien importante y que no ha sido un rollo de verano. Tienes que conseguir que esas llamadas tengan una periodicidad, pero no demasiada, que no se agobie, debes dejar respirar, conseguir que anhele la conversación. No es fácil, hay que leer bien entre líneas, encontrar el momento y entender que no siempre se tiene un buen día.
Es importante que nuestro afán por mantener un contacto fluido no termine provocando el efecto contrario en la otra persona. Partimos de la premisa que ella siente lo mismo que tú, que os queréis y que lo único que os separan son los kilómetros y no los sentimientos, pero las dudas están allí, hay que luchar contra ellas. Cualquier paso que demos puede provocar que la otra persona tome la decisión más fácil, la más cómoda, que es asumir una derrota, pensar en lo bonito que fue y empezar a olvidar.
Uno de los primeros errores que se pueden cometer es el de asustar con nuestras ansias y ganas. No queremos que nuestro “posible amor” piense que el protagonista de su tórrida aventura veraniega, es realmente un maniaco obsesivo, que le vamos a dar la matraca durante el resto de la vida. Demasiada insistencia trasmite inseguridad, y esta puede provocar el fin de la relación.
Cuando se está a cientos de kilómetros, no se pueden ofrecer besos, caricias y arrumacos, pero algo hay que ofrecer. Es entonces cuando debemos sacar aquello que le llamó la atención de nosotros. Si fue nuestra locuaz conversación o nuestro gracioso sentido del humor lo que hizo que su mente se centrara en nosotros. Es eso mismo lo que hay que seguir explotando.
Es bueno mantener los lazos de complicidad que se han abierto, esas coñas que duraron varios días como las que hacíais sobre el peinado del camarero del bar. Es ahora buen momento para recordarlas y poder rememorar unas risas. Tenemos que demostrarle que incluso en el supuesto de no poder llevar una relación sentimental debido a la distancia que os separa, al menos sí que vale la pena mantener el contacto, ya que eres un amigo de esos que están cuando se les espera.
Es fundamental que el contacto no se pierda, ese es nuestro objetivo en esta fase. No podemos ser un recuerdo que se va difuminando en la memoria. Para ello, es importante que en nuestros encuentros telefónicos no nos convirtamos en un constante lamento de lo lejos que nos encontramos y la pena que nos da no poder estar juntos. Tenemos que hacer que la otra parte desee tener estos acercamientos, que mire el reloj esperando la hora de la llamada. Lo triste no es atractivo, lo divertido, SÍ.
En las relaciones a distancia el contacto informático o telefónico es esencial, pero, sin duda, nada puede reemplazar al contacto físico real. Es importante, para mantener la llama encendida, que desde el primer día vendamos como posible el acercamiento sin pantallas de por medio. No podemos cerrar la puerta a contactos esporádicos, por breves que estos sean. No estoy diciendo que hagamos todo lo posible, sin volvernos locos, por visitar a la persona que queremos, que es algo que doy por hecho.
Estoy señalando que aunque las posibilidades de encontrarnos sean muy remotas, hagamos ver a la otra persona que dichas posibilidades existen, que no son utópicas. Puedes decirle que viajas muy a menudo a su ciudad por motivos laborales, o que tienes en mente ir a ver una exposición cultural que te interesa mucho, o que vas a estar de paso para ir a otro lugar. Cualquier motivo puede servir para hacer pensar a la otra persona que os podéis ver, como se ven dos buenos amigos, pero sin dejar entrever que estás dispuesto a realizar el viaje únicamente para ello, ya que expresar tanto interés puede llegar a asustar.
Mucha gente cuando se enamora cambia su forma de ser sin querer y ese es su error. Si le enamoró tu risa, tu vitalidad y buen humor, que la distancia que os separan no te convierta el alguien ñoño, que continuamente se está lamentando de no estar cerca, y entristecido por el recuerdo de algo bonito. Así no le gustaste, y posiblemente así le dejarás de gustar. Ten en cuenta que, como ya hemos dicho, ha vuelto a su zona de confort, está con sus amigos de siempre, saliendo por los lugares de siempre, y que los o las pretendientes habituales también están allí.
TÚ ERES MEJOR QUE ELLOS, y eres mejor porque eres tal y como te conoció. Sigues siendo el mismo, no eres ni un psicópata con extraños secretos que telefonea de manera maniaca-compulsiva, ni un frustrado tristón que no está dispuesto a esforzarse por lo que quiere. TÚ ERES TÚ, así le gustaste y así vas a hacer que lo vuestro dure muchos años.
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