Continuamos con nuestro proyecto de dar a conocer lugares de gran relevancia tanto histórica como cultural, pero que son poco famosos sin recibir habitualmente el trato de conservación y divulgación que merecen. En esta ocasión voy a hablar de dos emplazamientos —al menos de relevancia nacional— que se encuentran en estado de abandono y cuyo acceso de forma sostenible (senderismo, bicicleta) no está lo convenientemente señalado.
En primer lugar quiero resaltar el yacimiento de Contrebia Belaisca en el valle del río Huerva, lugar de habitación celtibérica con elementos de fortificación en altura (oppidum), situado en el llamado “Cabezo de las minas” cercano a la localidad de Botorrita. Esta última contaba además, unido a su iglesia parroquial consagrada a San Agustín, con un palacio monumental de corte renacentista por desgracia desaparecido pero del que se conservan representaciones gráficas.
Por lo que respecta a Contrebia Belaisca, su ocupación está atribuida a la tribu celtibérica de los Belos, quienes desempeñaron un papel fundamental en las Guerras celtibéricas con la ampliación de las murallas de otra de sus localidades, Sekaida (Segeda) lo que tuvo una importancia doble: por un lado dar comienzo al segundo de los señalados conflictos en el año 154 a.C. y por otro lado cambiar el año político romano para adelantar las operaciones militares, pasándose a elegir los cónsules —quienes en gran medida dirigían las operaciones bélicas— el 1 de enero, sustituyendo al tradicional 15 de marzo (los famosos idus de este mes, aunque el calendario civil ya hacía tiempo que lo hacía así), algo que contribuyó a asentar el calendario que seguimos utilizando.
En Contrebia Belaisca se descubrieron los llamados “Bronces de Botorrita”, de importancia capital en el ámbito filológico europeo, pues en gran medida conocemos la escritura íbera usada por algunos pueblos celtas gracias a ellos, hasta el punto de que por ejemplo el llamado “Bronce 1”, datado en torno al año 70 a. C. es la inscripción más extensa de grafía de este tipo que se conoce. La escritura íbera continúa sin traducirse, pero gracias a estos hallazgos arqueológicos nuestro conocimiento de la misma es mucho mayor. Por ejemplo, gracias a que el Bronce 1 cuenta con una lista de nombres se han podido determinar la estructura de los patronímicos y gentilicios en celtíbero.
Por otro lado, el bronce 2, escrito en latín por la aculturación romana y fechado exactamente el 15 de mayo del año 87 a.C. supone otro elemento de enorme interés, pues se trata de la exposición y sentencia de arbitraje de un pleito por el uso y construcción de acequias. Los litigantes fueron los íberos de Salduie (ubicada en el territorio de la posterior Caesaraugusta, Zaragoza) y la tribu vascona de Alaun (posterior Alagón). Parece que las partes solicitaron una resolución a una tribu neutral, en este caso los celtíberos de Contrebia Belaisca, quienes acabaron dándole la razón a los primeros en el disfrute del uso de la canalización, la cual posiblemente tomaba agua del río Jalón. Se trata del registro escrito de un pleito conservado más antiguo en toda la Península Ibérica y la aparición de los bronces ha llevado al debate de si la localidad tendría una especial relevancia como lugar jurídico o en el archivo de asuntos de importancia relacionados con el ámbito celtíbero.
El alcanzar el yacimiento a pie o bicicleta desde Zaragoza no es fácil si no se conocen los caminos, existiendo numerosas bifurcaciones sin marcar y sendas cortadas. No se organizan visitas ni está abierto al público, pese a que se llegó a construir una caseta y un pequeño aparcamiento.
El segundo lugar que voy a tratar en este artículo es el conocido como Monasterio de Santa Fe, situado entre las localidades de Cuarte y Cadrete. Poca gente sabe que este emplazamiento tuvo un origen cisterciense, lo que lo hermana con los muy famosos cenobios en Aragón de Piedra, Rueda y Veruela, todos en entornos naturales de gran belleza natural e históricamente relevantes, el último de hecho llegando a inspirar y emocionar al escritor Gustavo Adolfo Bécquer, quien se refugió en él para su recuperación en el saludable entorno del Moncayo, durante uno de los periodos de su vida.
Por lo que respecta al monasterio de Santa Fe, los monjes fundadores provenían del área de Albalate de Cinca en la provincia de Huesca, donde se comenta que se encontraban más inseguros por el bandolerismo, aunque tampoco hay que descartar motivos políticos: mayor cercanía a Zaragoza y tierras cedidas por la importante familia Pérez Zapata. La relevancia en este ámbito del monasterio queda demostrada por el hecho de que en 1443 el abad recibe incluso —de manos del rey Alfonso V— la jurisdicción (es decir, capacidad y derecho de actuar como juez, incluyendo el ámbito criminal) sobre las localidades vecinas.
La trascendencia politico-cultural del lugar no hará más que incrementarse con el tiempo. Fernando II de Aragón, “el Católico”, visitará el monasterio y señalará a uno de los monjes —Gauberto Fabricio de Vagad—, como “cronista mayor” del reino por su “Crónica de los reyes de Aragón”. Será lugar autorizado para cobrar el impuesto real de las “Generalidades”, lo cual implicaba comisión al margen de los propios diezmos del Monasterio, y su abad será representante en Cortes. Otros monarcas también lo visitaron, entre los que se cuenta Felipe II.
El monasterio actual es heredero de unas monumentales restauraciones del siglo XVIII que lo convirtieron en una colosal y muy interesante estructura barroca, incluidas torre y cúpula observables a kilómetros de distancia. Durante los sitios de Zaragoza (1808-1809) en el marco de la Guerra de la Independencia, el edificio fue saqueado por las tropas francesas, que incluso lo llegaron a utilizar como cuartel de caballería. No obstante se recuperó, aunque tras la desamortización de 1835 la dejadez de la administración y algunos propietarios particulares ha llegado a amenazar su existencia. La presión popular y asociaciones vecinales son las que verdaderamente lo han protegido, haciendo que se declarara monumento Nacional en 1979 y planteando diversas soluciones para un aprovechamiento ciudadano que, por desgracia, aún no se han materializado.
El acceso al monasterio, como sucede con el yacimiento de Contrebia Belaisca, no es fácil de forma sostenible, y aunque existen caminos, de nuevo no están lo suficientemente señalizados para su correcto aprovechamiento, siendo muy difícil evitar algún tramo compartido con vehículos a motor. Además una habilitación correcta de las sendas de la margen derecha del Huerva ofrecería otros alicientes como el senderismo vecino a los escarpes del curso fluvial, con más emplazamientos de interés como el castillo de Cadrete (proveniente del árabe Quadrit, cuyo etimología se ha barajado como referida a un término previo relacionado con el agua) o una conexión más orgánica con caminos a localidades de gran interés como Fuendetodos, lugar de nacimiento del maestro y cronista social muy válido —incluso para tiempos actuales— Francisco de Goya y Lucientes.
Expuesto todo lo anterior se pude comprobar como de nuevo, se repite la dinámica de algunos lugares “desconocidos” existentes por toda nuestra geografía: una gran relevancia histórica y cultural, en entornos naturales de interes, pero poco publicitados y con una comunicación deficiente. Esperemos que un necesario cambio de modelo turístico lo tenga en cuenta para el futuro próximo. Como siempre en nuestro proyecto de lugares “secretos-desconocidos”, incluimos un pequeño reportaje en nuestro canal de vídeo para que los podáis ver por vosotros mismos:
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¿QUIERE SABER MÁS?
—Artículo sobre los cuatro bronces de Contrebia Belaisca:
—Artículo sobre el cambio de calendario (político) a raíz de las guerras celtibéricas y Segeda:
—Página web de la Asociación cultural Monasterio de Santa Fe, con abundante información del lugar: