Ahora que Cameron vuelve a estar de moda con Avatar. The way of water (qué fijación tiene este hombre con el agua) no está de más recordar sus humildes comienzos, ya que —para bien o para mal— ha sido de los que han contribuido a cambiar la estructura del cine comercial Hollywoodiense, ya que de la época más autoral de los 70, heredada en gran medida de la teoría cinematográfica de Cahiers du cinéma, se volvió al control absoluto por parte de los estudios como sucedía en la época clásica, con notables excepciones como la del propio Cameron, aunque en definitiva ya está totalmente mimetizado con ese modelo fílmico.
Y es que, paradojas de la vida, gente como este director y otros de fuerte personalidad artística (Spielberg, Lucas, Scott, Millius) contribuyeron a este cambio de paradigma encaminando la narración cinematográfica a una fuerte carga visual cada vez más basada en poderosos (y carísimos) efectos especiales. ¡Ay esos tiempos en los que la Ciencia ficción era considerada un género de bajo presupuesto! Y en muchas ocasiones sin quedar lastrada en su potencia narrativa, como demuestra por ejemplo La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1954). Obras que se apoyaban en entrañables y a veces muy efectivos medios artesanales.
La generación de Cameron y alguna de las siguientes, aprendieron a hacer cine en base a ese carácter de innovación barata, apoyándose en un formato asequible —los ocho milímetros— para una familia normal y tirando de coco para los efectos, que podían ir desde el sirope como sangre a las cajas de huevos con bombillitas para consolas de naves espaciales. Personas como el mencionado Spielberg, el propio Cameron, pero tambien otros posteriores como Del Toro o J. J. Abrams (a quien el director de Tiburón contrató para poner en orden su colección de Super 8) empezaron haciendo sus pinitos de esta manera tan precaria pero a la vez tan creativa, iniciando una carrera que derivaría curiosamente en una cada vez mayor espectacularidad visual que —con excepciones— en su liga más avanzada ha requerido del dispendio de ingentes cantidades de dinero.
Por eso viendo obras como Xenogenesis uno no puede evitar sentir cariño hacia artistas que han amado tanto al cine, pero a la vez un escalofrío derivado del hecho de que al final —como pasa con uno de los temas recurrentes en la obra de Cameron— el frío cálculo de las máquinas busca imponerse sobre el romanticismo de los contadores de historias de todos los tiempos. Es una obra sencilla, rodada con 20.000 dólares que el director consiguió convenciendo de la inversión a un grupo de dentistas californianos (que se desgravaban de paso unos impuestillos: ya se sabe, también la salud como negocio) pero que anticipa practicamente todo lo que va a estar presente en su cine, desde lo más literal como aparatos muy parecidos a los Hunter Killer que veremos en The Terminator o los robot de carga de Aliens, a una preocupación por la lucha con las “frías máquinas” y su capacidad destructiva (aunque recreándose en ella) que puede rastrearse ya en el punto de inflexión del año anterior: Star Wars.
Co-dirigida con su amigo Randall Frakes, quien posteriormente le ayudaría en el guion de The Terminator con esta importante obra Cameron no logró hacer un largometraje (a diferencia de lo sucedido a otro de sus “maestros”, John Carpenter, que pudo alargar Dark Star para su estreno en cines) pero llamó la atención lo suficiente a la factoría Corman como para contratarlo, primero como ayudante de efectos especiales (Los siete magníficos del espacio) y luego concediéndole la dirección de un proyecto bastante problemático: Piraña 2. Tan harto salió de allí Cameron que cuando todavía estaba en Roma para el estreno cayó enfermo y soñó con un engendro mecánico que lo perseguía con cuchillos.
Impresionado por el Halloween de su admirado y mencionado Carpenter, pensó en mezclar esta idea con el formato slasher (1), preparando un proyecto de bajo presupuesto con Schwarzenegger allí casi de rebote (“una shitty película en la que estoy trabajando” dicen que comentó inicialmente antes de ver los primeros minutos montados y darse cuenta de que esa shitty película, con el permiso de Conan, iba a cambiar su vida). El resto, incluido sus gritos de “soy el rey del mundo” cuando recibió el Oscar, sus Avatares y su contribución al retorno de un cine controlado al milímetro por las compañías, es historia. Pero el comienzo es tan humilde como este. Es muy sencillo de ver y está ampliamente disponible (dejamos enlace). Juzguen por ustedes mismos.
(1) Harlan Ellison también opinó que Cameron tomó mucho sobre todo de su guión de Soldier, episodio para The Outer Limits. Demandó a la producción y llegó a un acuerdo del que no se sabe la cuantía.
¿QUIERE SABER MÁS?
—The Terminator en “Un universo de Ciencia Ficción”, uno de los mejores blogs del género (hay entradas del resto de obras):
https://universodecienciaficcion.blogspot.com/2019/09/1984-terminator-james-cameron-1.html
—Podcast sobre “Los siete magníficos del espacio”:
https://www.ivoox.com/con-hielo-31-cine-verano-los-siete-audios-mp3_rf_91346546_1.html
—Análisis (en inglés) de los dos guiones de Ellison para The Outer Limits en los que se han visto influencias hacia The Terminator: