El Steampunk es un subgénero de la ciencia ficción basado en las posibilidades imaginarias de la tecnología Victoriana. Está dominado conceptual y estéticamente por máquinas ficticias derivadas de la tecnología del vapor y cuyos diseños beben del industrialismo británico del último tercio de siglo XIX: pernos y remaches, piezas que recuerdan a la relojería, pistones y volantes, cobre pulido, paneles de madera y, a veces, incorporaciones de tecnología eléctrica muy primitiva.
Otros dos elementos clave de este tipo de ficciones son su localización en territorio británico o europeo continental y una celebración jubilosa de los avances tecnológicos que produjeron -y, a su vez, produjo- la Revolución Industrial. Por supuesto, siempre hay excepciones y algunas obras, por ejemplo, sitúan la tecnología steampunk en el Oeste norteamericano. Las historias están protagonizadas por elegantes aristócratas británicos, intrépidos exploradores o pilluelos extraídos de los dramas sociales de Dickens. La estricta división de clases del siglo XIX es otra de las premisas básicas de estas obras.
El Steampunk puede adoptar varias formas. Puede presentarse como una Historia Alternativa en la que han tenido lugar múltiples desviaciones respecto a la línea temporal que conocemos. O, igualmente, puede limitarse a introducir una o varias invenciones tecnológicas respetando el periodo y marco histórico que conocemos. Algunos críticos han sido tan flexibles en sus interpretaciones que contemplan como steampunk cualquier narración con componentes fantásticos o científicos que se ambiente en el siglo XIX, como “La Bella y la Bestia” (1991), la saga de “Piratas del Caribe” o “Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos” (2016). Sin embargo y a mi juicio, este tipo de obras no cumplen los criterios expuestos para poder ser considerados steampunk.
Para aclarar el concepto: el Steampunk es primordialmente una fantasía sobre una tecnología imaginaria y ambientada en el último tercio del siglo XIX o primeros años del XX. No se trata tanto de utilizar una cierta estética o una ambientación histórica como de otorgar un papel central a una tecnología “alternativa” que podría haber surgido en el periodo Victoriano. Las historias cuyas tramas transcurren en esa época y que sólo incluyen elementos más o menos fantásticos (desde “Drácula” a los casos de Sherlock Holmes pasando por relatos donde aparezcan individuos como Jack el Destripador o el Doctor Jekyll) pertenecerían a otro subgénero que no trataré aquí.
Lo interesante del Steampunk en el cine es que se anticipó al surgimiento del subgénero en la literatura e incluso a la acuñación del propio término. La primera película que podría considerarse Steampunk fue la fastuosa adaptación que hizo Disney de la obra inmortal de Verne, “Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino” (1954), con ese maravilloso submarino decorado con una elegante combinación de remaches, placas de hierro, apliques de cobre y terciopelo.
La popularidad de esa película resucitó el interés de los estudios, ahora mejor dotados económica y técnicamente, por adaptar las obras de Verne y H.G.Wells, los dos escritores de CF por excelencia en el siglo XIX. Ello llevó a que la estética Steampunk menudeara por las producciones de la época. Es de destacar la curiosa película checa “Una Invención Diabólica” (1958), dirigida por Karel Zeman y en la que aparecían submarinos de diferentes tamaños, bicicletas voladoras a pedales, sumergibles individuales, enormes cañones, máquinas que utilizaban bosques de hélices para volar… todo ello diseñado con el estilo de los grabados que ilustraban las ediciones originales de los libros de Verne. Este film es quizá la plasmación más pura, en lo que se refiere a acción real -aunque en realidad es una peculiar mezcla de actores de carne y hueso y animación- del espíritu Steampunk. Más tarde, Zeman volvería al mundo de Julio Verne y sus invenciones con “La Aeronave Robada” (1967).
Otras adaptaciones del escritor francés que se estrenaron en aquella época fueron “De la Tierra a la Luna” (1958), sobre la construcción en el siglo XIX de un cohete con destino a nuestro satélite; “El Amo del Mundo” (1961), protagonizada por Vincent Price como inventor de una fabulosa aeronave; o, en otro registro, “La Isla Misteriosa” (1961), con una breve aparición del Nautilus y su comandante, Nemo.
Hubo también otros títulos que se aprovecharon del nombre de Verne, como “Chiflados del Espacio” (1967), en el que el empresario circense Phineas Barnum trata de fabricar un cohete para llegar a la Luna; o “La Ciudad de Oro del Capitán Nemo” (1969), en la que aparece el Nautilus y toda una ciudad sumergida levantada por Nemo. La cómica “La Vuelta al Mundo en 80 Días” (2004) también incorporaba una variedad de anacrónicos vehículos steampunk.
Las adaptaciones de Verne fueron estrenándose simultáneamente a otras de H.G.Wells. Las más famosa, claro, es “El Tiempo en sus Manos” (1960), cuya característica máquina del tiempo ha pasado a ser uno de los objetos icónicos de la ciencia ficción. En esta categoría también podemos citar “La Gran Sorpresa” (1964, adaptación de “Los Primeros Hombres en la Luna”) y su remake televisivo de 2010, “The First Men in the Moon”, una historia en la que unos caballeros victorianos descubren una sustancia antigravitatoria y la utilizan en una nave para alcanzar el satélite.
“El Tiempo en sus Manos” (1960). Dominio Público.
Ampliando el espectro, podrían incluso contemplarse otras películas de aquella época, como la adaptación del libro de Edgar Rice Burroughs, “En el Corazón de la Tierra” (1976), con su fabulosa perforadora victoriana; y “Los Conquistadores de Atlantis” (1978), una historia original firmada por el mismo equipo creativo, con exploradores a bordo de un batiscafo que descubren una Atlántida habitada por marcianos.
Todos los títulos mencionados fueron producidos antes de que se definiera el Steampunk como subgénero de la CF y el autor K.W. Jeter lo bautizara en 1987. A partir de entonces, escritores como James Blaylock, Michael Moorcock o Christopher Priest publicaron novelas adscritas al Steampunk y su estética creó todo un culto de aficionados y cosplayers. Sin embargo, el cine no ha conseguido por el momento ofrecer una película plenamente inmersa en ese subgénero. Al menos en lo que acción real se refiere, porque la animación sí ha sido capaz de crear películas con fascinantes mundos victorianos que nunca existieron.
Entre las películas de acción real, podemos citar varios títulos que transcurren en la época victoriana y que contienen artefactos o vehículos steampunk. “El Secreto de la Pirámide” (1985), incluye como parte de una aventura juvenil de Sherlock Holmes varias invenciones y una máquina voladora. “La Liga de los Hombres Extraordinarios” (2003) estaba protagonizada por un equipo de personajes extraídos de diferentes ficciones victorianas y exhibía un espectacular submarino y automóviles. “El Truco Final” (2006) cuenta una historia de rivalidad entre dos magos que emplean un sistema de “teleportación” eléctrica creado por Nikola Tesla. “Sherlock Holmes” (2009) es una producción de bajo presupuesto directa a video en la que aparecen robots acorazados que se mueven con vapor, dragones mecánicos y globos con hélices.
También se han hecho varios intentos de situar artilugios steampunk en el marco del Salvaje Oeste norteamericano. Ahí tenemos, por ejemplo, las series televisivas “The Wild Wild West” (1965-9), “Las Aventuras de Brisco County Jr” (1993-4) y “Legend” (1995), así como las películas “Regreso al Futuro 3” (1990) y “Wild Wild West” (1999).
Asimismo, se ha integrado el steampunk en el género fantástico en diversas películas. La miniserie televisiva “Tin Man” (2007) era una reformulación de “El Mago de Oz” (1939) en clave de ciencia ficción con un diseño steampunk. O “Sucker Punch” (2011), con su desfile de zombies a vapor, robots y zepelines. El más elaborado de esta categoría es el film ruso “Abigail y la Ciudad Perdida” (2019), que construye una interesante realidad alternativa en la que las invenciones steampunk conviven con la magia. La serie de televisión “The Nevers” (2021- ) está protagonizada por un grupo de mujeres con superpoderes en la Inglaterra Victoriana, incluyendo un personaje que constantemente inventa gadgets al estilo steampunk. En otra categoría más cercana al misterio podría encuadrarse “Los Tres Investigadores y el Secreto del Castillo del Terror” (2009) los jóvenes detectives del título descubren una casa cuya brujería la realiza maquinaria steampunk.
Pero las mejores películas que se han realizado hasta la fecha en el ámbito del Steampunk han sido las de animación, empezando por el anime de Katsuhiro Otomo “Steamboy” (2004), ambientado en la Inglaterra Victoriana y en el que aparecen todo tipo de vehículos y maquinarias a vapor. La cinta francesa “Avril y el Mundo Alterado” (2015, adaptación de la serie de comic de Jacques Tardi “Adele Blanc Sec”) construye una elaborada versión alternativa de Paris en clave steampunk. Hasta la fecha, estas dos películas son las más exitosas a la hora de plasmar en el cine la estética y espíritu del subgénero.
“Atlantis: El Imperio Perdido” (2001) fue el intento de Disney de entrar en el mundo de la ciencia ficción de aventuras retrofuturistas, embarcando a sus exploradores en un magnífico submarino. También destacable es “Dilili en Paris” (2018), de Michel Ocelot, ambientado en la Belle Epoque parisiense y en la que una jovencita conoce a muchos personajes reales de aquellos tiempos entre variados inventos de estilo steampunk. Éstos también juegan un papel relevante en la mucho más fantástica “La Mecánica del Corazón” (2013).
El mundo de la animación también ha producido “La Guerra de los Mundos: Goliath” (2012), una secuela de la novela de H.G.Wells ambientado en un año 1914 alternativo en el que la Humanidad, utilizando ingeniería inversa, ha fabricado un arsenal de maquinaria bélica a partir de la tecnología marciana dejada por los marcianos tras su derrota y con la que harán frente a un nuevo intento de invasión. El anime “Shisha no Teikoku-The Empire of Corpses” (2015) imagina un siglo XIX divergente del que conocemos y basado en la aplicación de los descubrimientos de Victor Frankenstein.
2 comentarios
Genial la lista, gracias por el aporte! Me pondré a rebuscar estos títulos y… ¡a disfrutar!
El tema a la hora de crear una historia SteamPunk es, para mí, que la estética tecnológica pesa demasiado, y determina unas tramas forzadamente fantásticas, donde el conflicto de los personajes se relega a un segundo plano, con pocas excepciones.
Echaba en falta que mencionaras “Sky Captain y el mundo del mañana”, hasta que me di cuenta que en realidad es subgénero DieselPunk. Una curiosa estética retro-futurista en cualquier caso, recomendable para quien no la haya visto aún (pero, ¿en qué mundo vives?)
Saludos steam-creativos y retro-punk!
Hola Albert. ¡Muchas gracias por comentar! Yo estoy contigo con lo de las tramas, aunque no soy ningún experto la verdad. Con el artículo de Manuel he aprendido un montón.