Elaborado por el Sr. Ros. Publicado originalmente el 18 de agosto de 2015.
¿Por qué este actor no especialmente agraciado ni atlético ha pasado al imaginario colectivo como uno de los seis o siete iconos o posters del siglo veinte? Las respuestas, que “haberlas haylas” como diría un gallego, son muchas y muy variadas, pero saberlo a ciencia cierta sería quizá complicado, aunque podríamos intentar desentrañarlo.
A mi parecer, de que Bogart era un gran actor no cabe ninguna duda y que ese ha sido uno de los factores determinantes para que pasara a la posteridad, quizás tampoco. Pero tampoco debiéramos olvidarnos de su extraordinaria fotogenia, labor también de los grandes fotógrafos de la época, y del encanto de ese blanco y negro contrastado. Pocas fotos recuerdo en las que Bogart aparezca descafeinado o con cara de lelo, y si las veo, que las veo, suelen ser de la primera época, en la que hacía sus veces de galán, y en la que su cara no tenía ese aspecto curtido y cínico que apostilló para la eternidad. Y menos le recuerdo cara de lelo en pantalla, salvo ese glorioso flashback con croma cantoso de “Casablanca” en el que Bogart posa con una cara de tonto sublime mientras conduce con Ingrid Bergman a su lado y que siempre me provoca una risotada de las mías. Una cara, que siempre me despierta la misma duda de si es casual o es labor del gran actor que era. Una cara de tonto enamorado de los días felices de Rick e Ilsa en París, cuando Ilsa iba de azul y los alemanes de gris. Una cara de tonto que no exhibe en todo el metraje y que corroboraría mi teoría de la labor del gran actor que era.
Otro factor importante que ha ayudado a su paso a la inmortalidad fue que los estudios Warner a los que pertenecía lo tuvieron en caché, supongo que ayudados por el talento que demostraba este señor, y sobre todo, el que varias estrellas de la época como George Raft rechazaran papeles de la talla de “El Halcón Maltés”, “El último refugio” y sobre todo “Casablanca”.
El talento demostrado en estos papeles (siempre a mi parecer) que le catapultaron fue respaldado por el buen hacer demostrado en otras películas como “El sueño Eterno”, “Un lugar solitario” (perteneciente a mi podio particular de Bogart junto a “Casablanca” en primer lugar y quizá “El último refugio” en tercera posición) y otras tantas como las que hizo con Bacall, “la Reina de África”, etc. Las anécdotas sobre su carácter indómito, esos desafíos a los que sometía a los hermanos Warner para conseguir realizar tal o cual papel amenazándoles de asistir a alguna fiesta o premier sin los peluquines que usaba habitualmente delante de las cámaras, (muchas fotos caseras le muestran alopécico y sin ningún tipo de complejo) esas borracheras con Huston en el rodaje de “La reina de África” que les llevó a no contraer la difteria que afectó a todo el equipo ya que ni Huston ni él osaron probar el agua en todo el tiempo que estuvieron rodando, y esa voz entre grave, nasal y autentica que ayudó a cimentar aún más su memoria. Pues bien, todo eso y más cosas que me dejaré están ahí. Todo eso está ahí, en ese mismo momento que miras un poster o una foto de Bogart, y él posa con esa boca cerrada en la que no entran moscas y mira impasible mientras sostiene una pistola, un cigarrillo, una mujer o todo a la vez. Mientras le miras y admiras cogiéndolo como modelo referencial, aunque no sea buena idea imitarlo. No es buena idea imitar a lo autentico, tienes que ir fabricando tu personalidad cogiendo de aquí y de allí. Pero sí es buena idea tenerlo de referencia, sin beberte esos cuatro paquetes de cigarrillos diarios o fumarte esa botella de bourbon diaria o al revés.
Cuando yo nací Bogart ya estaba inventado, mucho antes de hecho. Ya había nacido, hecho su carrera, muerto y empezado su leyenda. Esa leyenda que cimentamos los mitómanos hablando de él, los críticos hablando de sus películas, los periodistas celebrando fechas de nacimiento y de muerte, las empresas de posters y grandes almacenes metiéndonos su imagen.
El circulo está cerrado, hay vicios e inercia, y la bola que se echó a rodar no para. Pero aún con todo no quitemos mérito al talento, talento ayudado con suerte y con tesón, talento que le hizo coger papeles poco simpáticos como el de “Un lugar solitario”, el de “El motín de el Caine”, o el de “El tesoro de Sierra Madre”, papel repulsivo donde los haya, y que quizá le convierta para mí en una suerte de mito clásico y moderno a la vez. Por ser quizá la primera estrella que desde mi ignorancia amateur me venga a la cabeza como ejemplo de coger papeles difíciles. Todos quisimos ser Rick y no ese pequeño cabrón que muere penosamente en “El tesoro de Sierra Madre” y del que no recuerdo el nombre. Papeles que sin embargo le acercaron al afecto de los que vivimos esto con pasión y emoción sin que sea ningún tipo de trauma o cosa de la que avergonzarse.
Por muchas de estas cosas y otras que no sé o he olvidado, ha pasado este señor a la posteridad, palabra de la que acabo de darme cuenta que viene de poster o al revés. ¡Que venga aquí un entomólogo a decírmelo! Sí, por cosas como estás creo que perdurará entre los mitos antiguos y los que se vayan creando. Y aunque parte de su leyenda se haya prefabricado seguirá erguido mirándonos con su impertérrita mirada, mientras que ese otro producto prefabricado y blandurrio como es Justin Bieber solo perdurará en carpetas apolilladas de antiguas teenagers que las guardan como recuerdo o como algo que les da pereza tirar.
Así que si forzando algo para que se convierta en mito conseguimos algo como Bogart, bienvenida sea la mitomanía, porque no defrauda con su voz peculiar, su fotogenia a flor de piel, sus películas gigantes y las dotes de el gran actor que fue y es cuando disfrutamos de su magnetismo en pantalla tan marca de la casa.
Good save to Rick, Steele, and Roy!
Good save to Bogart!
¡Guau qué grande!
Fdo: Señor Ros en algún momento de relax de alguna de sus misiones secretas.